CANTURÍA  tonadas y sones  (el libro)
Ritmos y canciones de la campaña



Al occidente de la Isla de Cuba se ubica Pinar del Río, con sus valles donde los mogotes se erigen entre vegas de tabacos y manantiales de aguas medicinales, que corren a través de una vegetación, en la que priman las más diversas tonalidades de verde. Sus asentamientos poblacionales, de calles espaciadas y construcciones eclécticas, albergan una población mayoritariamente relacionada con la cultura popular tradicional rural.

Desde el Cabo de San Antonio, hasta el municipio de Candelaria se localizan diversas expresiones músico danzarias donde las influencias hispánicas, fundamentalmente canarias, se han mezclado con otras manifestaciones de origen africano para conformar ese “ajiaco”, definido años atrás por el sabio Fernando Ortiz. Pueden encontrarse en cualquier parte de su geografía, diversas variantes del punto en el acompañamiento de tonadas; así como sones propios de la región o procedentes de otras zonas, aclimatados a las particularidades locales.

Quienes han heredado el amor por los sonidos y el campo, sienten la necesidad de cultivar la música, que llega a convertirse en una razón de vida; de ese modo, entre cantos de sinsontes y vegas de tabaco siguen expresando su amor a la naturaleza y a la vida, a través de canciones, sones, tonadas y guarachas que acompañan con la esencial presencia del tres o el laúd, güiros y claves para descargar entre amigos y parientes, o en presentaciones profesionales.

 
Tonadas : Juan Bautista Carrillo Serva y Jesús Padilla Concepción


Mientras que en los pequeños poblados o ciudades más consolidades resultaban comunes las celebraciones o fiestas como verbenas y serenatas desde el siglo XIX, e incluso con anterioridad; campo adentro se mantuvieron los toques de tambor, o los “guateques”, también llamados en la zona “canturías”. Estas canturías, se constituyeron en una especie de encuentros fraternales o confrontaciones culturales, que regularmente contaron con diversos momentos, donde el expendio de alimentos y bebidas acompañó a los cantos, toques y bailes de diversos tipos; pero la décima y el punto fueron ingredientes insustituibles en estas actividades.

Los cambios sociales introducidos en el campo cubano han minimizado las diferencias entre estas regiones agrícolas y las urbanas, incrementándose el intercambio cultural entre uno y otro entorno; sin embargo, algunas expresiones folklóricas originales como el guateque, algunos tipos de tonadas antiguas y las ejecuciones virtuosas del laúd, que vino a sustituir a la bandurria, se han ido perdiendo o transformando. Por esa razón resultan de gran importancia los esfuerzos que se realizan para preservar estas manifestaciones, a través de la reconstrucción artificial y la creación de espacios donde puedan  coincidir varios poetas y tonadistas, muestra de ello fue la grabación de este fonograma, que recoge para la historia un conjunto de décimas ejecutadas en punto libre o cruzado, tonadas españolas y sones tan antiguos que la identidad del autor ha quedado en el olvido.

Con un texto versificado en décimas, se estructura la interpretación de los repentistas, que cantan sobre temas establecidos con anterioridad, o en el momento de la improvisación; las melodías utilizadas, generalmente son aprendidas de una generación a otra, con rasgos característicos que permiten definirlas como cruzadas, españolas o menores y en punto libre o fijo, en dependencia del comportamiento del metro en la melodía y su relación con el acompañamiento; en otros casos los cantantes se aprenden los versos escritos por otros, aportando su creatividad en las tonadas.

Sones antiguos y variantes más actuales procedentes de la región conocida como “vueltabajo” o llegadas a estas tierras por emigrantes de otras localidades de la Isla, también forman parte del repertorio habitual en los guateques, con su característica alternancia entre copla y estribillo, que incorporan pasajes solistas en el laúd evidenciando el virtuosismo del intérprete, sin perder el pulso rítmico.



El conjunto Cuyaguateje (la imagen de arriba), haciendo honores al río que le da nombre y que baña buena parte del territorio pinareño, resume las expresiones folklóricas de la región más occidental y el centro, no solo por el repertorio seleccionado, sino por los integrantes, procedentes de diversas zonas de la provincia; en esta ocasión ofrecen el eficaz acompañamiento a las interpretaciones vocales de Juan Bautista Carrillo Serva y Jesús Padilla Concepción; además de la participación de Adelfa Velásquez que pone de manifiesto su vasta experiencia en el género. El laudista, denota la maestría del conocimiento técnico del instrumento, adquirido de manera empírica, resaltando los pasajes improvisatorios, sobre todo en la “descarga” incluida en la selección; en tanto el tres y la guitarra asumen el sostén armónico para el acompañamiento de las voces, respondiendo en todo momento a la estabilidad del ritmo,  a la que contribuyen sin dudas las claves y el güiro.

Con este disco, una vez más la canturía rebasa el contexto rural para introducir a los interesados en el apasionante universo de la música campesina y motivarlos en el conocimiento de sus particularidades, contribuyendo así a la preservación de las tradiciones más auténticas pinareñas y cubanas a través de sus tonadas, controversias  y sones.


Doris Cépedes Lobo
Musicóloga

 

 
Las pistas del CD
  1. La Chindonga
    Un son montuno muy antiguo del que se desconoce su autor, hace referencia a la ejecución de un baile campesino reconocido con este nombre, en el cual resalta la intervención de una de las participantes. En el mismo se mantiene el pulso rítmico del güiro, en tanto el laúd permanece con el tumbao y realiza improvisaciones en algunos pasajes instrumentales.

     
  2. Guateque campesino
    Describe las particularidades de un guateque campesino o canturía,  detallando el modo de vestir de los asistentes y los preparativos que implica su desarrollo a través de la melodía interpretada por la solista, que alterna con un coro a manera de estribillo. Este tipo de sones es de imprescindible inclusión en cualquier celebración de este tipo o programa dedicado a la música campesina.

     
  3. Selección de tonadas
    A manera de un diálogo poético, Juan Bautista y Jesús Padilla, abordan algunas décimas dedicadas a la mujer y el amor, empleando para las primeras, tonadas españolas en modo menor raramente cultivadas en la actualidad; para seguir con las habituales en punto libre, donde los instrumentistas apoyan la armonía con acordes, esperando la participación del solista. En esta confrontación fraternal, los poetas tratan de mostrar sus habilidades en la versificación y el talento para expresarla a través de melodías originales.

     
  4. Tonada en punto libre
    Una típica tonada pinareña cuyo texto fue concebido por el poeta Osvaldo Díaz, sirve para expresar con imágenes originales el sentir del campesino y el significado de su canto como modo de transmisión de los sentimientos más auténticos.

     
  5. Décimas a Pinar del Río
    La tonadista Adelfa Velazquez, hace suyos unos versos de gran belleza, donde se describe el paisaje pinareño, expresados a través de una tonada española, que recurre al empleo de una especie de estribillo con abundante presencia de adornos que denotan su origen. En esta pieza, el acompañamiento de los cordófonos asume la variante libre, adaptándose a la cantante.

     
  6. Décima paisajística
    La tonada, género campesino por excelencia, asume en esta obra la variante “cruzada”, recurriendo al modo de hacer de las provincias centrales. Esta denominación está determinada por la forma en que la voz se incorpora al acompañamiento instrumental.

     
  7. Las praderas
    Obra compuesta por Radeunda Lima, recurre a la tonada espirituana en punto libre con estribillo, probablemente resultante de su interacción con formas primigenias de sones; esta es otra variante poco utilizada en estos momentos, pero que fue común en los guateques o canturías pinareñas desde el siglo XIX. Su texto hace alusión al paisaje, relacionando a la naturaleza con la relación amorosa.

     
  8. Tonada espirituana
    Otra décima que exalta las cualidades de la intérprete y su necesaria vinculaciónj con el público se manifiesta en punto cruzado, con un acompañamiento que mantiene el ritmo, al que se “monta” o se incorpora la voz a contratiempo.

     
  9. Paisaje campesino
    El tema de la naturaleza es muy recurrido por los poetas repentistas y tonadistas en las festividades del campo pinareño y en otras partes de la Isla, cualquiera de sus variantes emplea con bastante frecuencia expresiones como “oy lorei”  que se escucha en esta alusión al paisaje campesino, tratando de llamar la atención del auditorio, o acentuando la temática abordada.

     
  10. Descarga montuna
    Cuando se juntan los tocadores en la canturía, estimulados por los bailadores y con el espíritu de demostrar sus posibilidades y destreza en el instrumento, surge espontáneamente la llamada “descarga”, para la cual presta su “tumbao” el son. En esta ocasión, el laudista recurre a toda su experiencia para ofrecer una improvisación excepcional, donde la tradición se actualiza con acordes disonantes, poco frecuentes en el campo.

     
  11. Conjunto de décimas
    Los poetas repentistas aprovechan cualquier oportunidad del guateque para mostrar sus creaciones, que suelen alternar con citas de figuras reconocidas del género como en este caso, donde se le canta al campesino pinareño, a la décima propiamente a través de los versos del Indio Naborí (destacado poeta cubano), al amor y a cualquier otro tema; décimas que se van articulando mediante las modulaciones que se establecen en el instrumento lider. Para el acompañamiento se recurre al punto libre, de modo que se facilite la improvisación del texto.

     
  12. El arroyo que murmura
    Es una criolla compuesta por Jorge Anckerman en la primera mitad del siglo XX, a pesar de ser concebida para interpretarse en los salones citadinos, su temática campestre la hacen atractiva para los cultores campesinos de toda la Isla. En esta ocasión los vocalistas Miguel Mijares y Adelfa Velásquez nos ofrecen un dúo de gran lirismo, que aporta originalidad a la obra, sumando a este detalle la interpretación punteada en el laúd.

     
  13. La rosa blanca
    Los versos del poeta nacional José Martí, han servido de inspiración a numerosos músicos cubanos, expresados en los géneros más diversos; para este fonograma se interpretan en forma de tonada espirituana a dúo.

     
  14. Al vaivén de mi carreta
    Esta obra compuesta por Ñico Saquito y se interpreta por el Cuyaguateje con una versión actualizada del texto, en correspondencia con las circunstancias del campo cubano en la Cuba de hoy; a diferencia de su mensaje original, cargado de crítica social por las condiciones de vida del campesino. El fraseo de la voz y la intervención del coro señalan su vínculo con el son montuno.

     
  15. El niño del laúd
    Nuevamente la poesía de José Martí cobra vida en sonidos entonados por Miguel Mijares y Adelfa Velásquez con el acompañamiento de las cuerdas en un punto cruzado. La belleza de las imágenes incluidas en el texto se enriquece con algunos pasajes instrumentales, donde el laúd cita melodías conocidas.

     
  16. Controversia
    La controversia no puede faltar en las celebraciones campesinas; en la misma, dos o más poetas repentistas improvisan décimas donde expresan su superioridad, llegando en algunos  casos a contraponerse al punto de llegar a situaciones conflictivas, aunque no es el caso de esta riña versificada que refiere los conocimientos musicales y el apego a la campiña de los  intérpretes.

     
  17. El rabito del lechón
    Este sucu suco, posee una gran carga de doble sentido, muy característico en algunas variantes genéricas relacionadas principalmente con el son, ha sido versionado por numerosas agrupaciones cubanas. Aunque emplea terminología propia de la región oriental al referirse al “lechón” como ”macho”, es una pieza muy gustada en los guateques pinareños y pineros.