RUMBA  (el libro)
Ritmos afrocubanos



La palabra
rumba identifica en Cuba un tipo de fiesta profana, que tiene sus antecedentes más directos en la música afrocubana y en diversas culturas musicales de África. Entre estas últimas, son de particular importancia las que se corresponden con diversos grupos étnicos del conglomerado lingüístico bantú – conocidos en Cuba como congos -, y la aportada por las sociedades secretas abakuá desde la música afrocubana. Los abakuá son descendientes de esclavos pertenecientes a diversas étnias que llegaron desde el antiguo territorio africano conocido con el nombre de Calabar.

El comercio y la esclavitud de africanos en Cuba duraron más de tres siglos y medio. Al llegar a su fin, en el año 1886, quedaron repentinamente en libertad más de un cuarto de millón de personas, para quienes la nueva condición de hombres y mujeres libres aportó no solo la felicidad añorada, sino también nuevas tipologías de problemas.

Al no poder permanecer en los campos, pues no eran propietarios de tierras, tuvieron que trasladarse en su gran mayoría hacia las ciudades donde las posibilidades de encontrar trabajo eran mayores. Pero entonces el gran problema lo constituyó la adquisición de una vivienda. Esta situación los llevó a construir improvisados medios de habitad en los barrios marginales. Una solución generalizada fue la de ubicarse múltiple familias en casas deshabitadas y semidestruidas. Cada una hacía uso de un cuarto y compartían el resto de la vivienda: los baños, los lugares de aseo personal y para lavar la ropa, y sobre todo, el patio, que por lo general  se encontraba en el centro de la casa. El hacinamiento provocado por el constante aumento de la parentela y amistades dentro de los cuartos, hacía que las personas salieran lo más posible al patio, el cual se convirtió así, en la sede de toda la actividad social y cultural de cada conglomerado de familias.

Estas casas recibieron el nombre de solares y en sus patios nació una de las expresiones más poderosas de la cultura popular musical del cubano: la rumba.

Como los precarios medios económicos de todo ese grupo poblacional no les permitían comprar instrumentos musicales, al inicio fueron sus utensilios domésticos los que sirvieron para estos propósitos. Del costado de un escaparate percutido con las manos se obtenían los sonidos graves; una gaveta virada al revés, o una silla de madera percutida, ofrecía los sonidos necesarios para los registros medios y agudos; y a esto se añadía el golpear de una cuchara sobre una botella, por lo general de ron. Posteriormente, estos improvisados instrumentos fueron sustituidos por cajas y cajones de diversos tamaños, para así mantener los tres registros sonoros necesarios. Llama la atención que estos instrumentos no eran tambores cuyos cuerpos de madera se obtenían de la tala de algún árbol. Ahora en los medios urbanos, el monte y el campo  quedaban muy lejos; pero cerca, tenían los comercios donde podían obtener de forma gratuita los envases vacíos en los que se habían recibido mercancías.

La polirritmia resultante de la percusión - primero sobre los utensilios domésticos y luego sobre las cajas y cajones de diversos tamaños - servía de base para el canto de un solista que alternaba en forma de “llamada-respuesta”, con un pequeño coro formado por algunos de los participantes en esta forma de diversión. Toda la música tenía como fin fundamental provocar el baile en los asistentes. Así fue como la palabra rumba se convirtió en sinónimo de fiesta para los cubanos, aunque, realmente, éstas eran las festividades características de sólo un grupo específico de ellos: los que habitaban los solares.



Algún tiempo después aparecieron los actuales tambores que  poco a poco han ido sustituyendo los cajones. Los nuevos instrumentos   eran también ensamblados, al igual que los anteriores,  pero ahora con duelas unidas en forma abarrilada. Sobre su borde superior se tensaba una piel o cuero en forma de parche. Se utilizaban también en juegos de  tres y cada tambor, según su tamaño o diámetro del parche, obtuvo un nombre específico. El más grave recibió el calificativo de hembra, el del registro medio se llamó macho y el que se ocupó de los sonidos más agudos, quinto. Por su construcción eran tambores nacidos de la ciudad, no del monte.

Estos instrumentos recibieron el nombre genérico de tumbadoras. Sin embargo, en  el mundo fueron bautizados después con el término congas, quizás debido a la importancia que adquirieron posteriormente dentro del contexto del carnaval cubano, donde la música y el baile de la rumba se hicieron preponderantes. Conga es el nombre que recibe la música utilizada para acompañar las comparsas o bailes en procesión, característicos de los carnavales en Cuba. Al emplearse también las tumbadoras en ese nuevo contexto, recibieron de los múltiples extranjeros – sobre todo norteamericanos - asiduos a esas deslumbrantes festividades el nombre de “tambor para tocar conga”, o simplemente conga. Estos instrumentos nacidos dentro de la rumba cubana constituyen hoy día, quizás, el aporte más importante hecho por Cuba al patrimonio universal de los instrumentos musicales. Las tumbadoras o congas triunfaron fuera de la rumba y se insertaron en otras manifestaciones músico-danzarias del cubano además de en el jazz norteamericano, en la música internacional conocida como salsa, e incluso han sido empleadas esporádicamente en la música rock, pop y en la música clásica contemporánea.

Los bailes o géneros musicales más conocidos de la rumba son tres: yambú, guaguancó y columbia. El yambú es el más lento de todos y con él se simboliza el respeto a la ancianidad, pues ahí es donde se encuentra la sabiduría de los humanos. El guaguancó representa un juego de ataque y esquiva, entre un hombre y una mujer donde se haya oculto un poderoso símbolo africano. El hombre durante su danza, apunta a la pelvis de la mujer que le acompaña en el baile, con un movimiento súbito de una de sus extremidades. Esta lo esquiva cubriéndose esa parte del cuerpo con la mano o con una punta de su falda. Así ocurre repetidamente, hasta que es sorprendida sin el necesario resguardo. Este último hecho pone fin a ese baile específico o a la participación de esa pareja. El gesto, conocido con el nombre de “vacunao”, lleva implícito el símbolo de la fertilidad, que en Africa, cuando nació, era equivalente a sobrevivencia. Si la tierra poseída no es fértil, el hambre y la muerte acechan. Pero también si la mujer no es fértil y no produce los hijos necesarios para continuar trabajando la tierra, cuando se llega a la vejez, se detiene definitivamente la entrada de alimentos para la familia. Estos símbolos milenarios nacidos en las selvas de África, perduran aún hoy, en el siglo XXI, en el urbano guaguancó de la rumba cubana.

La columbia es el más rápido de los bailes de la rumba y es donde aparecen los movimientos más acrobáticos y los ritmos más virtuosos de todas estas fiestas. Representa el duelo entre un hombre bailador y el ejecutante del tambor más pequeño o quinto. Este instrumento es el que comúnmente improvisa y realiza los ritmos más complejos y segmentados de todo el conjunto. El virtuosismo rítmico de los sonidos del quinto desafía a un bailador dentro del público asistente, quien ahora tratará de demostrar que sus pasos de baile pueden ser más complejos que las ejecuciones realizadas en este tambor. Se inicia así un combate entre la música y la danza, por la conquista de la complejidad. El baile termina cuando uno de los dos – tambor o danzante – demuestra superioridad ante su contrincante.



El grupo de rumba Columbia del Puerto, une en su nombre la designación que lleva el más virtuoso de los bailes de esta manifestación, con uno de los escenarios más importantes donde se llevó a cabo la rumba del cubano: los puertos marítimos de las ciudades costeras del occidente de Cuba. Cárdenas es precisamente una de esas ciudades, ubicada en la provincia de Matanzas. 

Este CD nos ofrece una excelente introducción a la música de la rumba, pues en él se encuentran sus tres géneros musicales más importantes. Aquí, quizás en honor al nombre de la agrupación, la columbia ocupa un lugar preponderante. La modalidad que se deja escuchar en todas las interpretaciones es el llamado estilo matancero, diferente de las ejecuciones que se hacen en La Habana.

Columbia del Puerto fue inicialmente un grupo de rumba creado  por Mario Hernández Cortina, muy a principios de la década de 1970, para atraer a los obreros del puerto marítimo de Cárdenas a los trabajos voluntarios organizados ocasionalmente allí. Sus integrantes eran trabajadores portuarios, que tenían a la rumba como la manifestación festiva más importante de sus vidas cotidianas. La primera actividad artística de esta agrupación se realizó el 17 de mayo de 1972. A partir de esa fecha se vincularon al movimiento de aficionados de la Casa de Cultura Gonzalo Roig de la ciudad de Cárdenas.

En la actualidad la mayoría de sus miembros son jóvenes descendientes de los antiguos trabajadores del ya desaparecido puerto marítimo, pero ellos conservan con esmero las prácticas rumberas legadas por sus antecesores. Diferentes generaciones han participado activamente en el grupo. Hoy día, su director Jesús Hernández, mantiene la renovación constante del talento artístico de la agrupación. 

Por su contribución a la preservación de auténticas tradiciones en su región natal, Columbia del Puerto ha sido declarada Grupo Insignia de la provincia de Matanzas, e Hijos Ilustres de la Ciudad de Cárdenas. Durante sus giras internacionales han obtenido premios en eventos y festivales realizados en Bulgaria, Polonia y Nicaragua. Han compartido escenarios con afamadas agrupaciones de la música cubana como Van-Van, Pupy y Los que Son, Son, NG la Banda y la Orquesta Aragón; así como con  excelentes grupos de rumba, entre los que cabe mencionar  Yoruba Andabo y Clave y Guaguancó.

Las grabaciones de este CD constituyen una legítima muestra del estado actual de la rumba en Cuba, y de la fortaleza y energía con la que esta tradición de la música cubana ha llegado, como folklore vivo, a los inicios del siglo XXI.

 Dr. Olavo Alén Rodríguez